PRODUCCIÓN DE HUEVOS A NIVEL INDUSTRIAL
Solemos pensar que los alimentos derivados de origen animal como la leche, la miel o los huevos pueden parecer más inocentes y que consumirlos no tiene consecuencias tan directas para los animales. Pero la verdad es que esconden realidades igual o más crueles que el resto y que se convierten en millones de muertes innecesarias al año.
Lo primero que hacemos con los pollitos al nacer es separarlos en función de su sexo. Esto es necesario porque como es normal, sobre el 50% de los pollitos de la especie de gallina ponedora son machos y no ponen huevos.
Como estos machos no pertenecen a la raza de engorde (pollos broiler), no son rentables ya que crecerían a un ritmo demasiado lento y nunca alcanzarían el tamaño deseado para ser vendidos como carne. Por lo tanto, los pollos machos de la raza ponedora son asesinados el primer día de vida mediante diferentes (y legales para la industria del huevo) técnicas que incluyen el triturado vivo, el abandono en bolsas de basura para que mueran asfixiados o de inanición, el gaseado, etc.
Podéis ver el procedimiento en el siguiente vídeo (atención: contenido gráfico que puede herir sensibilidades). Esta es la manera habitual de deshacerse de la forma más rápida y barata de ellos.
Las gallinas ponedoras actuales pertenecen a una raza que hemos ido seleccionando genéticamente para quedarnos con las más productivas, es decir para potenciar la predisposición a poner huevos.
Si hace unos 15 o 20 años una gallina salvaje podía llegar a poner unos 25 o 30 huevos al año, las gallinas ponedoras actuales llegan a poner hasta 300 huevos al año. Este cambio ha sucedido en un espacio de tiempo demasiado pequeño como para que el cuerpo de las gallinas evolucione.
Debido a la alta productividad exigida por la industria sufren un gran desgaste en su organismo ya que la puesta de huevos es un proceso que requiere de una gran cantidad de nutrientes, como por ejemplo una gran cantidad de calcio para producir el cascarón (aproximadamente un 10% del calcio de su cuerpo).
Según diversos estudios, una gallina ponedora llegará a utilizar una cantidad de calcio un 30% superior a la de su propio esqueleto.
Esta descalcificación se traduce en enfermedades como la osteoporosis, lo que produce una elevada fragilidad ósea y ocasiona fracturas que quedan sin tratar. Es por esto, que las gallinas en estado salvaje ocasionalmente picotean y se comen parte de los huevos no fecundados, para recuperar parte de los nutrientes requeridos para una puesta eficaz.
A diferencia de las mujeres, cuyo ciclo ovárico dura 28 días, las gallinas ponedoras tienen “racimos” de unos 10 óvulos que van madurando durante sucesivos días y que les permite alcanzar prácticamente una puesta de un huevo por día, llegando a producir hasta los 300 huevos al año que comentábamos al principio.
Las naves donde son criadas son lugares herméticos donde los ciclos de luz son reproducidos artificialmente para aumentar su productividad, ya que las gallinas necesitan 8 horas de oscuridad y 16 de luz para segregar las hormonas necesarias que inician el ciclo de maduración.
La gallina ponedora va encadenando estos ciclos de productividad hasta aproximadamente los dos o tres años de edad, cuando su ritmo productivo de huevos decae y a ojos de la industria deja de ser rentable. Serán enviadas al matadero con menos de tres años de edad cuando en libertad una gallina tiene una esperanza de vida de entre 12 y 15 años. La práctica habitual es colgarlas boca abajo, aturdirlas con agua electrificada y degollarlas para que se desangren hasta morir. El precio de mercado es inferior a 1€.
Las condiciones de vida en las granjas industriales comportan un gran hacinamiento de gallinas y una alta densidad de animales por metro cuadrado. Cada año se producen casi 70 millones de toneladas de huevos al año.
En España viven unos 40 millones de ejemplares, 92% de las cuales viven enjauladas según los datos del Ministerio de Agricultura y pesca (MAGRAMA). Debido a la falta de espacio, ya sean enjauladas o en suelo, las gallinas tienen mucho contacto entre ellas.
El espacio del que dispone cada gallina es inferior al tamaño de una hoja DINA4, que es el contemplado por la ley. Esto les genera estrés que puede traducirse en trastornos psicológicos que pueden llevarlas a comportamiento agresivos entre ellas o autolesiones.
Para evitarlo, los granjeros practican un habitual procedimiento por el cual se realiza el corte del pico de las gallinas mediante una cuchilla ardiendo, cuchillos, navajas o lasers a más de 800º. Hay que aclarar que los picos de las gallinas son extremadamente sensibles y algunas llegan a morir debido al intenso dolor.
PRODUCCION ECOLOGICA Y TIPOS DE HUEVOS
Alguien podría apuntar que una posible solución sería el consumo de huevos ecológicos o los catalogados con el número 0. Bien, veamos las diferencias entre los números que designan el origen de la explotación de cada huevo. Éste número es el primero en el código impreso en la cáscara del huevo.
Número 3, Gallinas criadas en jaulas:
En este caso las gallinas viven toda su vida encerradas en jaulas con un espacio máximo actual permitido por ley de 750cm2 por gallina, espacio menor al de un folio de papel dinA4.
Comparten jaula un grupo de gallinas que comen, duermen, beben, defecan y ponen huevos sin posibilidad de moverse durante lo que la industria considera su vida útil. A menudo, por el estrés causado, se canibalizan entre ellas. Alimentación con pienso estándar y medicadas con antibióticos. Actualmente el 92% de la producción de huevos en España proviene de este tipo de explotaciones. A los 2-3 años de edad serán enviadas al matadero.
Número 2, Gallinas criadas en suelo:
Las gallinas de este tipo de explotación, disponen del mismo espacio por gallina que las de tipo 3 (12 gallinas por metro cuadrado) pero en este caso vivirán toda su vida en el suelo de la nave, donde debido al hacinamiento su capacidad de movimiento es solo un poco mayor a las criadas en jaula.
La condiciones de la nave (luz regulada artificialmente para maximizar la puesta de huevos) y el tiempo de vida es el mismo que las de tipo 3, dos años de edad, momento en el cual la producción de huevos disminuirá y serán enviadas al matadero.
Comen pienso de contenedores acondicionados o directamente del suelo y son medicadas igualmente con antibióticos. Los trastornos psicológicos y el canibalismo asociado a la crianza intensiva de gallinas siguen presentes. Las gallinas de tipo 2 suponen el 2,4% de la producción total de huevos en España.
Número 1, Gallinas camperas:
Crianza de gallinas en idénticas condiciones que las del número 2. La diferencia radica en que en este tipo de explotaciones, la nave dispone de una salida al exterior. Esta salida no tiene porque estar siempre abierta y suele estar controlada por el responsable de la nave.
Así pues, la práctica habitual en este tipo de explotaciones es que las gallinas sean conducidas mediante un circuito que pase por un trozo de tierra al aire libre para volver a ser dirigidas al interior de la nave. Con que pasen unos minutos al día al aire libre, el marco legal ya permite catalogarlas como “gallinas camperas” cuando la realidad es que viven en las mismas condiciones que las explotaciones de tipo 2, solo que con una eventual salida al exterior controlada por el criador.
Misma alimentación y medicación con antibióticos que las explotaciones anteriores. El 4% de los huevos producidos en España son de tipo 1.
Número 0, Gallinas ecológicas:
Mismas condiciones de vida que las gallinas camperas de tipo 1 y las de tipo 2, con la única diferencia de que son alimentadas con pienso ecológico y no son medicadas con antibióticos. La salida al exterior no difiere de las camperas (en este caso, si la salida al exterior dispone de zona de refugio ya será apta para etiquetar a las gallinas como ecológicas).
Crianza en suelo de nave, hacinamiento y salida al exterior controlada por el criador. La falacia de los huevos ecológicos es que se nos vende un tipo de crianza que implica un gran bienestar para las gallinas porque viven toda su vida en el exterior cuando no es así.
Con que la nave disponga de salida al exterior y se les alimente con pienso ecológico sin antibióticos, ya podrán ser catalogados como huevos ecológicos. El hacinamiento, canibalismo, regulación de luz artificial con trastornos psicológicos asociados y el sacrificio prematuro siguen presentes. Suponen únicamente el 0,6% de la producción total de huevos a nivel estatal.
Como podemos observar, la producción ecológica (o de gallinas felices, como también son designadas) no asegura el bienestar de las gallinas ya que no evita el hacinamiento ni las habituales técnicas de crianza y tampoco esquiva el dilema ético que conlleva que la producción de los huevos ecológicos se traduzca igualmente en el asesinato de los pollos machos de la raza ponedora el primer día de vida mediante crueles técnicas o el “sacrificio” de las gallinas para consumo de carne a los dos años de edad cuando en libertad y realmente felices podrían llegar a vivir de 12 a 15 años.
Recordemos que las gallinas y los pollos, como todos los animales, son seres sintientes (con capacidad para sentir dolor) que no quieren morir cuando apenas han sobrepasado el 20% de su esperanza de vida. Además son animales inteligentes, capaces de resolver problemas de tipo puzzle o de realizar problemas matemáticos simples como contar.
Son autoconscientes, empáticas y especialmente sociales ya que en libertad se organizan en complejas estructuras jerárquicas. Además, son de las pocas especies que poseen rasgos de memoria episódica (o en otras palabras, recuerdan experiencias personales pasadas).
Muchas veces, cuando hablamos de este tema con conocidos, compañeros de trabajo, amigos o familiares nos ponen de ejemplo que tienen un familiar cercano que tiene unas cuantas gallinas en su pueblo y que consumen los huevos de esas gallinas que viven en total libertad.
Si bien es cierto que a escala menor se puedan dar estos casos, no deja de ser un tanto por ciento muy marginal de la producción de huevos y no deja de ser una excepción a la explotación sistemática de gallinas, gallos y pollos. Este tipo de explotación no es sostenible a gran escala para saciar la demanda actual de huevos y pollo ya que se necesitaría una cantidad de tierra, agua y recursos mucho mayor que las explotaciones intensivas, lo que las haría inviables e insostenibles a nivel mundial.
Es por ello que las empresas que producen huevos o carne de aves lo hacen en condiciones lamentables de hacinamiento y opresión, para minimizar los costes de la producción y así poder tener mayor margen de beneficio.
Igualmente, como hemos dicho antes, muchas gallinas se comen parte de sus huevos no fecundados para recuperar calcio y nutrientes esenciales que utilizan en la puesta de huevos, es por ello que mucha gente ya no aprecia un huevo como un simple producto sino como algo que pertenece a la gallina y que no tenemos por qué consumir ya que existen alternativas de origen vegetal igualmente ricas y nutritivas.
Hemos intentado resumir los principales tipos de explotación de gallinas y los inconvenientes del consumo de huevos a nivel ético y medioambiental pero si tienes alguna duda, sugerencia o aportación, no dudes en dejarnos un comentario o enviarnos un mensaje privado. Igualmente, si crees que a alguien puede serle útil esta información sobre la producción de huevos te animamos a compartirla y te damos las gracias por ello.