Icono del sitio infovegana

POR QUÉ NO ES ÉTICO EL CONSUMO DE MIEL

veganismo y consumo de miel

¿POR QUÉ LOS VEGANOS NO CONSUMEN MIEL?

El veganismo busca acabar con la explotación de todos los animales sintientes, sin importar su especie. Considerando el severo declive de la población de abejas y la grave implicación medioambiental que ello implica, es un buen momento para reflexionar sobre si es ético consumir los productos que estos animales fabrican con tanto esmero.

Como las abejas son insectos, muchas veces caemos en el error de pensar que no son seres con capacidad de sentir dolor. Sin embargo, las abejas no sólo disponen de un sistema nervioso complejo sino que  además muestran patrones de comunicación que permiten a las abejas obreras transmitir a sus pares la dirección y distancia de la fuente de polen.

De ellas no sólo obtenemos la miel, también otras sustancias como cera de abeja, jalea real o porpóleos. Siempre nos han vendido estos productos como naturales y beneficiosos para nuestra salud pero todos ellos juegan un rol vital en  la colmena y al apropiarnos de ellos privamos a las abejas de alimento y recursos. Para nosotros son edulcorantes naturales o ingredientes en cosméticos pero para ellas son su forma de vida.

Problemática de la industria apícola

A menudo pensamos en las abejas como seres libres dado que tienen capacidad para volar o porque recordamos la imagen idílica y ampliamente publicitada del apicultor que sólo busca el bienestar y la conservación de la colmena. Sin embargo, nada dista más de la realidad de las abejas.

La mayoría de la miel viene de fábricas apicultoras e, igual que en cualquier otro tipo de explotación, las abejas están sometidas a exámenes rutinarios, manipulación, transporte, suministro de alimento artificial, tratamientos con medicamentos y pesticidas, manipulación genética e incluso inseminación artificial.

Sí, has leído bien, el apicultor seleccionará la sucesora de la reina, en lugar de permitir que la elija la propia reina, y la inseminará artificialmente con espera obtenido de machos decapitados. Las reinas pueden llegar a vivir 5 años, sin embargo, en la industria apícola son reemplazadas cada 1 o 2 años -según el país de origen-.

Es decir, se mata a la reina original y se introduce una nueva. Esta práctica se realiza para evitar que decaiga la producción de huevos, lo que supondría una pérdida económica. Pero no sólo acortan la vida de la reina sino que además le cortan las alas y usan feromonas artificiales para evitar que enjambre.

Enjambrar es el proceso natural de reproducción, crecimiento y supervivencia de las especie por el cual un conjunto de abejas obreras junto a su reina abandonan la colmena para establecer una nueva colonia. Los apicultores realizan esta práctica para mantener la colmena bajo control y con ello impiden y dañan  los comportamientos instintivos de las abejas.

Dada la creciente demanda de miel, la venta y traslado de abejas destinadas a su producción se realiza a nivel mundial. Esto expone a las abejas a desplazamientos de larga distancia en los que experimentarán altos niveles de estrés y cambios de temperatura, lo que, a veces, puede acabar con la vida de gran parte de la colonia.

Pero su vida no deja de peligrar cuando llegan a su destino. Para manipular las colmenas con seguridad, los apicultores las rocían con humo para calmar a las abejas, lo que disminuye su capacidad de reacción y las expone a ser aplastadas o a sufrir amputaciones durante la manipulación. Además, para poder recoger la miel, los apicultores separan las abejas de su colmenas agitándola bruscamente o rociándola con corrientes de aire, lo que también puede producir muertes y amputaciones.

También es común la utilización de pesticidas y antibióticos para combatir plagas lo que supone riesgos de contaminación de la miel además de un riesgo toxicológico para las abejas y el apicultor. Cada vez más, se están sustituyendo estos pesticidas por el uso de antibióticos, lo que tampoco está libre de riesgos porqué puede contribuir al desarrollo de resistencia antibiótica.

Finalmente, mencionar que las abejas crean la miel y otros derivados para su uso y supervivencia. Sin embargo, el apicultor las alimenta con sustitutivos artificiales de sabor dulce como puede ser el almíbar de azúcar blanco. El hecho de que no se trate de su alimento natural hace que tanto la productividad como la longevidad de la colonia se vean reducidas.

Sin embargo, poco importa al mercado el bienestar de las abejas. De hecho, la necesidad de aumentar la producción de miel es tal que en países como China se han detectado prácticas fraudulentas en las que se ha adulterado la miel con jarabe de arroz, lo que permite comercializar más cantidad a menor coste.

Productos que se obtienen de la apicultura y alternativas veganas

Miel

Sin duda la miel es el producto más popular que obtenemos de las abejas. Los mayores productores son China, con más de 500.000 toneladas anuales, seguida por la Unión Europea, que se sitúa en unas 250.000 al año. Algo increíble si pensamos que una sola cucharadita de 4ml de miel supone el trabajo de toda la vida de unas 10-12 abejas.

Un trabajo que como veréis supone la plena dedicación de la abeja. Para poder elaborar la miel, la abeja recoge néctar de las flores y lo procesa mediante sus enzimas digestivas. Cuando llega a la colmena, la abeja empieza un proceso de regurgitación del néctar parcialmente digerido que será traspasado a sus otras compañeras quienes harán el mismo proceso hasta que el momento en el que el líquido esté en estado óptimo, momento en el cual lo almacenarán en una celda de cera.

Como el líquido aún no es lo suficientemente consistente, las abejas abanicarán fuertemente sus alas para extraer el exceso de agua, lo que acabará por otorgar a la miel la consistencia que le es característica.  Al acabar, la abeja sellará la celda con cera producida por la glándula de su abdomen, logrando así que la miel quede protegida y lista para ser consumida en momentos de escasez.

Los humanos robamos su reservorio de alimento y lo usamos principalmente como endulzante natural cuando existen una gran variedad de productos endulzantes a base de plantas cuyo consumo no implican un dilema moral: azúcar integral, sirope de agave, sirope de arce, fructosa, concentrados de fruta, melazas o extractos de malta.

Cera de abeja

Como hemos comentado en el apartado anterior, las abejas son capaces de producir cera mediante una glándula situada en su abdomen. Esta secreción es masticada por las abejas y mezclada con polen lo que le da la consistencia y color que conocemos. Los humanos nos hemos aprovechado de esta capacidad para crear productos como bálsamos labiales, velas o laca.

Sin embargo, existen alternativas veganas libres de sufrimiento. La próxima vez que adquieras alguno de estos productos procura leer la etiqueta para saber si contiene cera de abeja o busca de antemano una opción vegana. Si se trata de cosméticos, puedes usar nuestro artículo sobre cosmética vegana como guía.

Jalea Real

La Jalea Real es una sustancia secretada por las glándulas que las abejas obreras tienen en la cabeza y que sirve para alimentar a las jóvenes destinadas a ser reinas. La encontramos en múltiples suplementos alimenticios, medicamentos y cosméticos. Sin embargo, tanto la autoridad de seguridad alimentaria europea como la estadounidense Food and Drug Administration (FDA) concluyen que no existe suficiente evidencia como para afirmar que el consumo de jalea real sea beneficioso para la salud humana.

Propóleos

A diferencia de los anteriores, los propóleos no son sustancias secretadas por las abejas sino que son recolectadas de su entorno. En la colmena sirven para sellar agujeros o como fuente de alimento mientras que los humanos lo hemos introducido en suplementos, alimentos y cosméticos. Igual que en el caso de la jalea real, su eficacia no ha sido probada y por lo tanto se trata de otro producto completamente innecesario y prescindible para la salud humana.

Por un futuro más dulce para todos

Aunque nos resulte más sencillo dejar a las abejas y demás insectos fuera de nuestra consideración moral, no podemos olvidar que son seres sintientes y que, por lo tanto, sus vidas merecen ser respetadas. Como hemos visto, la producción y obtención de miel y otros productos apícolas explota de forma cruel a las abejas, una realidad que, tristemente, dista mucho de la que existe en el imaginario colectivo.

Por ello te animamos a que compartas este artículo, para que cada vez más personas conozcan la realidad de la industria apícola y se animen a probar alguna de las múltiples alternativas veganas que hemos propuesto. ¡Un mundo más concienciado es un mundo más dulce para todos!

Salir de la versión móvil